Dedicado a unas amigas 😉
Fun a taberna do meu compadre,
fun polo vento e vin polo aire (x2)
e como é cousa de encantamento
fun polo aire, vin polo vento (x2)
E pousa, pousa, pousa
e non me toques naquela cousa.
E pousa, pousa axiña
e non me toques naquela cousiña. (x2)
Murmuraban as miñas veciñas
que eu andaba co crego nas viñas (x2)
Iso é verdade, eu non o nego
que eu andiven ás loitas co crego (x2)
E pousa, pousa, pousa
e non me toques naquela cousa.
E pousa, pousa axiña
e non me toques naquela cousiña. (x2)
Cando me case xa teño un galo,
xa miña nai non me ten que dalo. (x2)
Cando me case xa teño un polo
xa miña nai non me ten que dar todo. (x2)
E pousa, pousa, pousa
e non me toques naquela cousa.
E pousa, pousa axiña
e non me toques naquela cousiña. (x2)
Ah, ¿que la quieres escuchar? -> A RODA – Pousa, pousa
Dedicada a los madrileños de Ortigueira 😉
Al final he decidido crearme una cuenta en flickr después de mucho tiempo viendo fotologs y me picó el gusanillo de tener también uno. HacÃa tiempo que conocÃa esta web, todos hablaban maravillas y hace poco fue comprada por Yahoo! Asà que mala no podÃa ser 😉
La principal razón por la que me he registrado en flickr es para poder alojar las fotos de este blog -hasta ahora estaban alojadas en mi PC- Pero una vez dentro, todo son sorpresas que es mejor que descubráis por vosotros mismos. El registro es gratuito, aunque existe uno de pago. El problema de la cuenta free es que sólo puedes subir 20 100 MB cada mes. Y otro problema que le puedo encontrar -por poner algo- es que está en inglés. Pero es todo tan sencillo e intuitivo que seguro que le cogéis cariño a flickr.
Ah, aquà está mi espacio: http://www.flickr.com/photos/tempwin/ 😉
PD Venga, que sé que os habéis quedado con ganas de ver algunas de las utilidades de flickr: ejemplo de flickr Album ( Las hojas se pasan con el ratón ) 🙂
:: Actualización [ 18/07/2006 ]: Desde hace un par de meses tengo una cuenta pro. 2GB de espacio mensual, creación ilimitada de álbumes, sin publicidad… Una maravilla por 20 euros al año.
:: Actualización [ 13/12/2006 ]: Ahora con la cuenta pro no hay lÃmites de almacenamiento ni transferencia. Y han subido el lÃmite de la gratuita a 100 MB mensuales. ¿A qué esperáis para registraros?
La semana pasada me acordé de un artÃculo que leà hace mucho tiempo de Pérez-Reverte en el suplemento dominical El Semanal. Unos dÃas tardé en dar con él pues no me acordaba del tÃtulo ni de la fecha, pero ahora que por fin lo he encontrado, me gustarÃa compartirlo:
Feliz Navidad
Era guapÃsima, pensó. La mujer más guapa del mundo. Un vestido negro, escotado por detrás, el pelo recogido en la nuca. Unos ojos grandes e inteligentes que lo miraron de esa manera singular con que miran algunas mujeres, como si se pasearan por dentro de ti, escudriñándote cada rincón, y esa certeza te erizara la piel. No sabÃa cómo se llamaba, ni quién era. Ni siquiera si estaba con otro. Pero comprendió que era ella. Asà que venció el nudo que se le habÃa hecho en la garganta y dijo aquà te la juegas, chaval, te juegas el resto de tu vida, y a lo mejor haces el ridÃculo más espantoso; pero serÃa peor no intentarlo. Asà que se fue derecho hacia ella, recorriendo esos cinco últimos metros que ningún hombre inteligente franquea si no son los ojos de la mujer los que invitan a recorrerlos. Hola, me llamo tal, dijo. y no me perdonarÃa nunca dejarte salir de mi vida sin intentarlo. Ella lo miró despacio, evaluando su sonrisa algo tÃmida, la manera sencilla que tenÃa de estar de pie ante ella, encogiendo un poco los hombros como diciéndole ya sé que lo hemos visto muchas veces en el cine y por ahÃ, pero no puedo evitarlo. Te pareces a esas cosas que uno sueña cuando es niño.
Lo consiguió. La felicidad le estallaba dentro y el mundo y la vida eran una aventura maravillosa. Bailaron, rieron. Compartieron sus mundos e hicieron que éstos empezaran a fundirse el uno con el otro. Música, cine, viajes, libros. Tiene cosas que yo necesito, pensó. Cosas que a mà me faltan. A veces se quedaban callados, mirándose un rato largo, y ella sonreÃa un poco, casi enigmática. Quizá se sienta como yo me siento, pensó él. Tocó su piel, rozándola con precaución al principio. Acercaron los rostros para conversar entre la música, acarició su cabello, respiró su aroma, asimiló cada registro de su voz. Algo hice para merecerla, pensó de pronto. Los años de colegio, la facultad, el trabajo, la lucha por la vida. SentÃa que era un premio especial; que una mujer asà no caÃa del cielo a cambio de nada. Eso lo hizo sentirse más seguro, más cuajado y adulto. y en sólo unas horas, maduró. Se hizo lúcido y se dispuso a merecerla.
Llegaron las campanadas. Ding, dango Todos bailaban y reÃan, brindaban, chocaban las copas salpicándose de champaña. Feliz 2001. Feliz año nuevo. Él nunca habÃa sido muy sociable; tenÃa sus ideas sobre las fiestas de año nuevo en general y sobre la Humanidad en particular, y no eran ingenuas en absoluto. Sin embargo, aquella vez amó a sus semejantes. Los habrÃa abrazado a todos. Con la última campanada ella se quedó mirándolo en silencio, la copa en la mano, la boca entreabierta, y él se inclinó sobre sus labios. SabÃan a champaña y a carne tibia, ya futuro. Alrededor los amigos aplaudÃan y bromeaban sobre el flechazo. Ellos seguÃan mirándose a los ojos y se besaron de nuevo, ajenos a todo. Y más tarde, rozando el alba, la acompañó a su casa. Se besaron de nuevo en el portal, mucho rato, y él regresó a casa cami- nando en la luz gris del amanecer, las manos en los bolsillos, sintiendo deseos de dar pasos de baile, como en las pelÃculas. Estaba enamorado.
Pasaron los meses y se amaron con locura. Ella estaba en el último año de carrera; él, a punto de conseguir el trabajo soñado durante muchos años. Viajaron juntos y hubo un verano maravilloso, el mar, los paseos por la playa, las noches cálidas. Cuando estaban juntos apenas necesitaban otra cosa. Ella se le aferraba, jadeante, sus ojos muy abiertos cerquÃsima de los suyos, abrazándolocomo si pretendiera hundÃrselo para siempre en las entrañas. Te amaré toda mi vida, dijo él. Me parece que deseo un hijo dijo ella. Que se parezca a ti. Que se nos parezca. El mundo era una trampa hostil, pero podÃa ser habitable después de todo. Era posible, descubrieron sorprendidos, construir un lugar donde abrigarse del frÃo que hacÃa allá afuera: un refugio de piel cálida, de besos y de palabras. A veces se imaginaban de viejos, con nietos, libros, un pequeño velero con el que navegar juntos por un mar de atardeceres rojos y de memoria serena.
Aquel año consiguió el trabajo por el que habÃa luchado toda su vida. Un puesto de responsabilidad en una multinacional importante. El primer dÃa que fue al despacho, al llegar a su mesa situada junto a la ventana con una vista maravillosa de la ciudad, pensó que habÃa llegado a algún sitio importante, y que el triunfo también era de ella. Tenia que compartir ese momento, asà que descolgó el teléfono Y marcó el número de la casa donde ahora vivÃan juntos. Estoy aquÃ, lo he conseguido. Estoy en la cima del mundo, dijo. y te quiero. Mientras hablaba sus ojos se posaron, distraÃdos, en el calendario que estaba sobre la mesa: martes 11 de septiembre. Luego se volvió a mirar por la ventana. El dÃa era hermoso, los cristales de la otra torre gemela reflejaban el sol de la mañana, y un avión enorme se acercaba volando muy bajo.
El Semanal 30-11-2001